26 mayo, 2006

Ne quid nimis

Recientemente gané a una amiga una apuesta cuyo pago exigía que el perdedor revelase al vencedor “dos secretos inconfesables”. Tras ganar la apuesta y escuchar atentamente su confesión, me quedé más sorprendido por la dificultad que tuvo en encontrar dos secretos que considerase inconfesables que por los secretos en sí mismos.

Esto me ha hecho plantearme la utilidad real de los blogs en los que se publican, como es en mi caso, reflexiones personales.

Imagino que cuando escribimos en ellos somos conscientes de que serán leídos por más gente, aunque sea un número reducido y, por lo tanto, nunca somos completamente sinceros.

En mi caso, si bien no miento en nada de lo que digo, no plasmo en la pantalla todo lo que debería plasmar cuando abordo determinados temas, y lo hago deliberadamente porque soy consciente de que esto no será algo únicamente mío. Vosotros, aunque seáis cuatro gatos, lo vais a leer y, conscientemente o no, os servirá para completar la imagen que poco a poco os formáis de mí (nunca dejamos de conformar la imagen de los demás).

Todos guardamos secretos, ya sea en el corazón, en la cabeza, e incluso a veces en el alma. Existen pequeños rinconcitos dentro de cada uno de nosotros en los que ubicamos esas cosas que preferimos mantener vírgenes y a las que no queremos que nadie acceda. Casi siempre esos secretos están más relacionados con los sentimientos que con anécdotas pasadas, y de hecho, no tienen por qué ser especialmente reveladores o bochornosos… a veces simplemente los ocultamos para preservar su pureza.

Como decía al principio de este post, no he podido dejar de plantearme la utilidad de un diario en el que solo mostramos una parte o un reflejo de lo que somos. Quizá esa duda es la que ha conseguido siempre desanimarme en el empeño de mantener un blog con cierta regularidad. Si no se cree en algo, es difícil ser constante…

Por otro lado, no puedo esconder el hecho de que casi siempre termino abriéndome más de lo que en un principio tenía pensado abrirme. Cuando leo alguno de mis comentarios uno o dos días después de haberlos publicado, me sorprendo de lo que he escrito. Me cuesta reconocerme en ellos.

Aunque estos desvaríos no sean más que una imagen de mí, no dejan de ser yo. No son el gnomon del reloj de sol, sino su sombra, pero a fin de cuentas, es la sombra la que marca la hora, e imagino que estos comentarios reflejan “la hora” en la que me encuentro (curiosamente este último comentario también puede ser interpretado de modo literal ;)).

No sé si me interesa que alguien sin mi expreso consentimiento pueda conocer mi estado de ánimo o lo que me pasa por la cabeza simplemente tecleando una dirección en su navegador así que, salvo que me entre un impulso irrefrenable de volverlo a hacer, creo que seré más pragmático y me limitaré a hablar de otras cosas. Seguro que me lo agradeceréis :-).


Escucho:
Black Box Recorder - Girl Singing In The Wreckage (England Made Me)

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Tengo que recordar mi latín... aparte de eso, no creo que aquí lea nadie nada sin tu consentimiento, ya que, como tú bien has dicho, cuando lo escribes lo haces siendo consciente de que lo vamos a leer... y por tanto dejas ver sólo aquello que crees puede ser visto. Un blog es más un arma de desahogo que otra cosa, si no ves la utilidad de eso... tampoco la verás en el hecho de compartir un secreto. De todas formas yo he hecho una reflexión paralela sobre los secretos en mi blog. Por lo demás, a mí me encanta leerte. Y no revelas tanto como crees. Sino, nadie se cuestionaría que pasaba por nuestra cabeza cuando escribimos una entrada nueva en el blog...

Besotes

26 mayo, 2006 10:36  
Blogger Kairos said...

Estoy de acuerdo en que un blog es un arma de desahogo, pero cuando se trata de algo personal, prefiero desahogarme con alguien en particular (igual que cuando se comparte un secreto inconfesable). Si estoy dispuesto a hacerlo lanzando lo que pienso o (especialmente) lo que siento a los cuatro vientos, entonces, efectivamente, es muy probable que no se trate de algo tan personal.

Sí, escribo consciente de que seré leído. Pero insisto, cuando me leo algunos días después, me sorprende comprobar lo que, aunque sea de una forma velada, he mostrado de cómo me encontraba en ese momento. Que tú no lo sepas ver es otra cosa (y en cierto modo un alivio ;-)).

"Ne quid nimis": De nada demasiado / Nada en exceso.

26 mayo, 2006 11:12  
Anonymous Anónimo said...

Pues yo escribo siempre lo que me parece en ese momento, sea la patochada del momento o muestre mis sentimientos a lo bestia...
¿El truco? Nunca releer posts antiguos... Jaja!! Si yo me leyera cosas mías de hace solo un mes cerraría el blog en el acto.

Será que aún no te has empapado del espíritu de la blogosfera y no has descubierto tu alma bloggera... Pero todo llega, con el posts 50 más o menos... Jaja!!

26 mayo, 2006 12:08  
Blogger Kairos said...

¡Cielo santo! 50 posts nada más y nada menos. Imagino que tienes razón. Debe ser como Gran Hermano, que hay un momento que, si bien no te olvidas de las cámaras, te da igual que estén ahí :-D.

De todos modos, respecto a lo de mostrar tus sentimientos a lo bestia... Está bien siempre que no temas que lo pueda leer la persona inapropiada, y eso sé con certeza que a ti también se te pasa por la cabeza (son ya muchos posts los que te llevo leyendo).

Un saludo y encantado de verte por aquí ;-).

26 mayo, 2006 12:45  
Blogger Rock Mad said...

En el fondo todo somos un poco el fantasma de la ópera. ¿Quién se esconde tras la máscara? ¿Qué es la máscara y qué no? Muchas veces la máscara nos oculta cosas incluso a nosotros mismos. Déjate llevar y nunca dejarás de sorprenderte. Y me voy corriendo que creo que mi vecino se ha pasado el cortacésped por encima. Tendrías que haber oído el alarido que ha metido

27 mayo, 2006 18:44  

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