06 junio, 2006

Benny Hill (una de mis debilidades).

No sé por qué siempre me ha hecho tanta gracia Benny Hill, pero es un hecho. Me encanta.

05 junio, 2006

George Lucas in love.

Siguiendo con una de mis pasiones, hoy os dejo un corto rodado en 1999 pero que no descubrí hasta hace bien poco. Está dirigido por Joe Nussbaum y personalmente creo que destila un gusto exquisito que lo hace interesante no sólo para fanáticos de la saga Star Wars, sino para cualquier amante del cine.

03 junio, 2006

Aaaaggg... Aaaahhhh!!!

¿Creíais haberlo visto todo con el baile del anterior vídeo? Esos eran unos aficionados... Simplemente A-LU-CI-NAN-TE.

02 junio, 2006

Remember

¡Qué tiempos!


Bucks Fizz - Making Your Mind Up

Cambio de aires.

Tal y como dije, a partir de ahora este blog va a tener un tono muy distinto al que ha tenido y es que, hasta yo me estoy cansando de mí mismo. Mi vida no es tan interesante, y la verdad, no me apetece ponerme a filosofar todos los días (o cada 4 o 5 días, para el caso es lo mismo). Si alguna vez me da por ahí, pues lo haré (¡faltaría más!) pero confío en que me de poco… muy poco.

Como podéis comprobar, ya hay algunos cambios. Para empezar, he añadido una barra a la derecha en la que se muestran las últimas cinco canciones que he añadido a mis favoritos en
http://www.pandora.com Creo que es mejor que poner bajo cada post lo que escucho en un determinado momento y además, aunque no actualice el post, la lista sí se irá actualizando.

Por otro lado en esta entrada voy a incluir un vídeo. Será algo que haga muy a menudo a partir de ahora. Incluir vídeos, links o imágenes que me hayan llamado la atención. ¡A compartir se ha dicho!

Ya que inauguro este formato, lo voy a hacer con un vídeo que he subido yo mismo. Es de “Náufrago”, una película no suficientemente valorada que está llena de momentos sublimes, como el que he capturado. Todos deberíamos aprender un par de cosas de Chuck Noland.


26 mayo, 2006

Ne quid nimis

Recientemente gané a una amiga una apuesta cuyo pago exigía que el perdedor revelase al vencedor “dos secretos inconfesables”. Tras ganar la apuesta y escuchar atentamente su confesión, me quedé más sorprendido por la dificultad que tuvo en encontrar dos secretos que considerase inconfesables que por los secretos en sí mismos.

Esto me ha hecho plantearme la utilidad real de los blogs en los que se publican, como es en mi caso, reflexiones personales.

Imagino que cuando escribimos en ellos somos conscientes de que serán leídos por más gente, aunque sea un número reducido y, por lo tanto, nunca somos completamente sinceros.

En mi caso, si bien no miento en nada de lo que digo, no plasmo en la pantalla todo lo que debería plasmar cuando abordo determinados temas, y lo hago deliberadamente porque soy consciente de que esto no será algo únicamente mío. Vosotros, aunque seáis cuatro gatos, lo vais a leer y, conscientemente o no, os servirá para completar la imagen que poco a poco os formáis de mí (nunca dejamos de conformar la imagen de los demás).

Todos guardamos secretos, ya sea en el corazón, en la cabeza, e incluso a veces en el alma. Existen pequeños rinconcitos dentro de cada uno de nosotros en los que ubicamos esas cosas que preferimos mantener vírgenes y a las que no queremos que nadie acceda. Casi siempre esos secretos están más relacionados con los sentimientos que con anécdotas pasadas, y de hecho, no tienen por qué ser especialmente reveladores o bochornosos… a veces simplemente los ocultamos para preservar su pureza.

Como decía al principio de este post, no he podido dejar de plantearme la utilidad de un diario en el que solo mostramos una parte o un reflejo de lo que somos. Quizá esa duda es la que ha conseguido siempre desanimarme en el empeño de mantener un blog con cierta regularidad. Si no se cree en algo, es difícil ser constante…

Por otro lado, no puedo esconder el hecho de que casi siempre termino abriéndome más de lo que en un principio tenía pensado abrirme. Cuando leo alguno de mis comentarios uno o dos días después de haberlos publicado, me sorprendo de lo que he escrito. Me cuesta reconocerme en ellos.

Aunque estos desvaríos no sean más que una imagen de mí, no dejan de ser yo. No son el gnomon del reloj de sol, sino su sombra, pero a fin de cuentas, es la sombra la que marca la hora, e imagino que estos comentarios reflejan “la hora” en la que me encuentro (curiosamente este último comentario también puede ser interpretado de modo literal ;)).

No sé si me interesa que alguien sin mi expreso consentimiento pueda conocer mi estado de ánimo o lo que me pasa por la cabeza simplemente tecleando una dirección en su navegador así que, salvo que me entre un impulso irrefrenable de volverlo a hacer, creo que seré más pragmático y me limitaré a hablar de otras cosas. Seguro que me lo agradeceréis :-).


Escucho:
Black Box Recorder - Girl Singing In The Wreckage (England Made Me)

21 mayo, 2006

Anestesiado

Necesito que me pase algo realmente bueno. Llevo ya varios días en los que todo parece apuntar a que algo bueno está por venir, pero no termina de suceder…

Ha habido cosas interesantes, como algunos proyectos laborales o el concierto de Maldita Nerea, que estuvo muy bien. Volví a ver a gente a la que necesitaba ver (lo necesitaba de veras), escuché a los malditos otra vez en directo… pero necesito algo más. No recuerdo ya cuándo fue la última vez en la que sentí esas ganas de ponerme a cantar simplemente porque estaba feliz, y eso, por raro que parezca, es algo que hago con bastante frecuencia… o al menos lo hacía.

Siempre he sido de las personas que ven el vaso medio lleno, pero joder, necesito un poquito más de agua para seguir viéndolo así.

No sé si es que en esta vida todo va a oleadas, si es cuestión de rachas, o si simplemente nuestro estado de ánimo hace que tengamos la sensación de que nos suceden muchas cosas buenas o no. Sea como sea, últimamente añoro demasiadas cosas que no tengo, y ninguna de esas cosas son materiales.

He estado otras veces así, y siempre he seguido la misma estrategia para pasar este trago; No pienses, no te detengas, haz cosas, cuantas más, mejor, y de vez en cuando, desconecta de todo, ponte a ver una película, a leer un libro o a escuchar música… Lo que sea, pero evita detenerte y mirarte el ombligo. Con el tiempo (no suelo necesitar mucho) vuelve a suceder algo que cambia mi manera de ver lo que me rodea. Todo vuelve a parecerme más blanco que gris, y puedo volver a mirar las cosas en profundidad, mirarme al ombligo, y sonreír. ¿El inconveniente? Que mientras utilizo este mecanismo de “defensa”, mi percepción se aletarga, y puedo dejar escapar cosas que sí merezcan la pena, pero no soy consciente de ello hasta que ya es demasiado tarde.

¿Compensa? No lo sé. Pero en cualquier caso, no parece que esté siguiendo bien mis consejos o de lo contrario estaría haciendo cualquier cosa menos escribir en mi blog ;-).

Escucho:
Vega - Una vida contigo (Circular)

19 mayo, 2006

El arte de la seducción

Como persona curiosa que soy, tiendo a preguntarme a menudo el porqué de las cosas, incluso cuando la mayoría de las veces la respuesta a tal pregunta no me va a aportar nada útil, ni científica ni humanísticamente hablando. ¿Cómo funciona un compact disc? ¿Por qué los botijos mantienen mejor la temperatura del agua? ¿Cómo se sabe que la memoria de los peces es de tan sólo unos segundos?... En fin, como se puede apreciar la respuesta a estas preguntas no va a cambiar en nada mi vida, pero por extraño que parezca, hace que duerma un poco más tranquilo. Sin embargo, de vez en cuando me suelo topar con preguntas que, más allá de la respuesta anecdótica que puedan contener, me hacen plantearme otras más interesantes desde un punto de vista filosófico.

Me preguntaba yo hace poco por qué las personas tendemos a mirar hacia la izquierda cuando recordamos y hacia la derecha cuando accedemos a la parte del cerebro que empleamos para inventar cosas e, investigando sobre el tema, he descubierto que curiosamente en el lenguaje corporal los gestos que plantean mayor dificultad a la hora de ser interpretados son los de la seducción. ¿Por qué si lo que pretendemos es comunicar a otra persona nuestro interés por ella somos tan enrevesados? Todo sería mucho más sencillo si existiese algún detector de compatibilidad. De hecho, los japoneses, que son los primeros en inventar cualquier gadget que podamos imaginar, han creado una especie de llavero que programamos según nuestros gustos, aficiones, manera de ser etc... Mediante tecnología inalámbrica, cuando este dispositivo se encuentra cerca de otro que considere “compatible”, emite un sonido advirtiéndonos de que estamos cerca de una persona que podría interesarnos. Aunque sólo sea por la situación que se genera y que facilita el conocer a alguien al que probablemente no prestaríamos atención, este invento ya merece la pena.

Retomando de nuevo el tema de la seducción y la dificultad para interpretar estos gestos, más allá de la represión moral de la que hablaba el estudio que leí, he llegado a la conclusión de que el verdadero motivo de esta complejidad interpretativa radica en el hecho de que, seducir significa mentir. Cuando seducimos no pretendemos comunicar a otra persona que estamos interesados por ella, lo que realmente queremos es que se interese por nosotros, y para ello mentimos. Pretendemos que nos vea más guapos, más inteligentes, simpáticos, divertidos e interesantes de lo que realmente somos, y claro, al final, cuando la seducción se acaba (a veces incluso años después de haber comenzado) es cuando solemos sentirnos ligeramente defraudados y, por qué no decirlo, engañados.

¿Qué sucedería si fuésemos completamente sinceros desde el principio? ¿Y si, no sólo nos mostrásemos tal y como somos, sino que además, comunicásemos sin rodeos a la persona que nos interesa nuestro interés por ella? Probablemente evitaríamos dejar pasar muchas oportunidades que se escapan por falta de valor, por interpretaciones erróneas de los gestos de seducción o por simple cuestión de tiempo para ejecutar nuestro ritual de seducción, pero por otro lado, ¡sería todo tan aburrido!

Escucho:
Hans Zimmer - Chevaliers De Sangreal (BSO El Código Da Vinci)