17 mayo, 2006

Polvo somos, y en polvo nos convertiremos

Mira por donde ahora nos escandalizamos todos porque la semana pasada descubrieron a una británica que yacía muerta frente a su televisor dos años sin que nadie se hubiese percatado antes. Ni el panadero, ni la vecina, ni siquiera un vendedor ambulante o su inexistente mascota. Nadie había reparado en que esta persona había dejado de existir. Únicamente cuando se agotó el saldo de su cuenta bancaria y su casero, azuzado por el impago del alquiler acudió a visitarla y encontró su cuerpo descompuesto, el mundo supo que esta señora había pasado a mejor vida (mejor sin ningún género de duda).

Y ahora los medios de comunicación se hacen eco sórdidamente del suceso y nos lo venden como una historia que debe hacernos reflexionar sobre lo efímero que es nuestro paso por este mundo (el único que sabemos con certeza que existe). Como si estuviese en nuestra mano no ser esa anciana y no morir solos. ¿Qué más da? Al final todos morimos solos porque cuando estamos muertos, ya nadie nos acompaña. Y sin embargo, no podemos evitar desear que haya alguien que nos llore. Como si al perdurar en su memoria fuésemos a seguir vivos.

Siempre me he preguntado cómo será mi muerte. Me gustaría dejar algo que me sobreviviese. Una obra, descendencia… Lo dudo, y en cualquier caso, no hay descendencia que te añore más de 50 años y a estas alturas sé que no crearé una obra tan importante. Pero en el fondo todo eso me da igual. Lo que me inquieta es saber si habrá alguien que no me olvide nunca, si entendemos "nunca" como el tiempo que transcurra hasta que le toque morir también. Alguien a quien yo haya completado tanto como deseo que me completen a mí. Alguien a quien, cuando muera, le falte una parte de sí mismo porque yo he supuesto esa fracción de su alma. Y es entonces, cuando pienso en esa posibilidad, cuando me paralizo pensando cómo sería capaz de vivir el resto de mi vida si encontrase a esa persona y ella me abandonase antes.

Quizá no sea tan malo dejar como único testigo de nuestra muerte a un televisor que, sin descanso, sigue intentando informarnos de lo que sucede en el mundo como si las noticias aún pudiesen cambiar nuestra ya extinta existencia. Como si pudiésemos vibrar con un partido de fútbol o llorar viendo a Debra Wigner morir en brazos de Anthony Hopkins… Y sin embargo sigo queriendo ser Jack Lewis en “Tierras de penumbra” y sueño con sentirme alguna vez tan vivo como él.

9 Comments:

Blogger Rock Mad said...

Kundera propone muy diferentes remedios para esto que te inquieta en un excelente libro: "La inmortalidad". Y es que al fin y al cabo no somos más que lo habita en las mentes de los que nos rodean.

¡Cuánto me alegra poder leerte!

RM

17 mayo, 2006 14:18  
Blogger Kairos said...

Hola Rock,

aquí va mi enésimo intento por tener un blog y no abandonarlo...

Leí "La inmortalidad" pero lejos de tranquilizarme aumentó mi desasosiego. Recuerdo que hace poco te comentaba cómo quería que fuese mi funeral e incluso qué música quería que sonase (cada día lo imagino de un modo distinto). Espero que pensar demasiado en eso no sean síntomas de agüero.

Un abrazo.

17 mayo, 2006 17:46  
Blogger Rock Mad said...

Plantéate lo de que te entierren y planten un árbol sobre ti. Siempre me ha parecido una manera muy romántica de desafiar al olvido. Hablábamos de esto mientras Susana Martínez nos proporcionaba un hombre para que nos abriera la puerta de casa. ¿Recuerdas?

17 mayo, 2006 22:11  
Blogger Kairos said...

Recuerdo perfectamente esa noche, ¡y cómo olvidar a Sonia! Oh, Sonia, donde quiera que estés... ¡GRACIAS!.

En cuanto a lo de que planten un árbol sobre mis cenizas o mis cuerpo en descomposición, no me consuela en absoluto. Una vez muerto, lo material que hay en mí deja de ser yo. Me importa un pimiento lo que hagan con mi cuerpo. No creo que servir como alimento a una planta me haga perdurar... Sólo el amor o el legado que uno deje pueden alargar su casi segura extinción completa.

18 mayo, 2006 01:26  
Anonymous Anónimo said...

A mí lo del árbol no me convence. porque he oído hablar de la fuerza de las raíces y me da algo de mal rollo... yo nunca he imaginado mi funeral, y no porque me parezca del mal agüero, sino porque prefiero que aquellos que me quieren se encarguen y lo hagan como ellos prefieran, porque al fin y al cabo son ellos los que van a "disfrutarlo"... (¿resulta demasiado presuntuoso pensar que habrá alguien dispuesto a hacerse cargo?)

19 mayo, 2006 12:47  
Blogger Kairos said...

No, no lo es. De hecho, si nadie lo hace, me comprometo a hacerme responsable de que tu sepelio esté a la altura (siempre que mueras antes que yo, de lo contrario, desde ya mismo espero tu compromiso a la inversa).

19 mayo, 2006 18:20  
Anonymous Anónimo said...

Desde ya mismo lo tienes

19 mayo, 2006 18:42  
Blogger Rock Mad said...

A mi me gustaría que me plantaran un árbol encima, cuando haya muerto, claro. Y mi sepelio favorito sería un tipo espectáculo musical, con artistas invitados, y conducido por Leonardo DiCaprio y Gwyneth Paltrow. Nada ostentoso. 4 horas de duración y se emitirá via satelite, nunca antes de las dos de la madrugada.

20 mayo, 2006 13:44  
Anonymous Anónimo said...

Pero comedia o drama? porque hay muchas formas de enfocarlo

20 mayo, 2006 23:40  

Publicar un comentario

<< Home